sábado, 22 de septiembre de 2012

Asylum



21 de septiembre de 2012
Me desperté sudorosa y llena de temor como todos los días. Jadeante a más no poder, me costaba tanto respirar que pensé en dejar de hacerlo. Me desperté en la misma habitación oscura de siempre. Sin ningún cambio a mí alrededor, todo estaba igual que la noche anterior. Oscura habitación sin ventanas, tan blanca que daban ganas de apartar la vista cada vez que se vislumbraba. Lo único que había en aquella habitación era una desastrosa cama dura como la piedra con una colcha rota y una mesilla vieja y resquebrajada con una lamparita encima. ¿La puerta? Totalmente hecha de metal con una pequeña ranura a la altura de los ojos que se cerraba con candado por fuera.
¿Por qué es así la habitación? No lo sé, quizás el gobierno quiso que todas habitaciones de los manicomios tuvieran la misma lúgubre decoración. Todo por no gastarme un puto duro más en acomodarlas algo más. Pero que se le va a hacer, aquí sólo vienen las personas que necesitan ayuda de un especialista. Un lugar en donde las familias dejan a sus familiares locos o con problemas psicológicos para quitárselos de en medio para siempre. Ellos pagan todos los meses y nos tienen aquí retenidos todo el tiempo que haga falta.
¿Sabéis cual debería de ser su función? Cuidarnos, darnos de comer regularmente, tratarnos,… Las necesidades básicas resumiendo. ¿Por qué digo deberían? Porque eso sólo lo hacen cuando hay alguna inspección de los superiores o viene alguien de visita, algo que ocurre raramente. ¿Qué hacen de verdad? Tenernos en condiciones nefastas, gritarnos, pegarnos, tratarnos como si tuviéramos la peste,… Todas esas cosas que en la sociedad de hoy en día está mal visto. 
Para mí todo esto no es nuevo, siempre me han tratado así. ¿Por qué estoy aquí entonces? Como he dicho antes, las familias traen aquí a sus ‘’seres queridos’’ para quitárselos de en medio. Pues yo, soy uno de esos ‘’seres queridos’’. La oveja negra de la familia que era diferente a los demás. Una carga familiar que nunca debió de haber existido. Yo no estoy loca ni nada parecido, algún día os contaré porque estoy aquí.  Una de las primeras cosas que hice mal fue nacer en una familia rica y muy dada a las apariencias. Ese tipo de familia que son unos estirados y tienen sus casas decoradas como si fueran una revista de decoración. Con jarrones caros y estatuas feas que nadie quiere tener en sus casas pero que solo las tienen para alardear. Pues sí, mi casa era una de ellas y seguramente ahora será aún peor ahora que yo ya no estoy por medio desordenándolo todo.
Pero dejemos atrás todos esos recuerdos absurdos que a nadie le interesan. Empecemos con lo que de verdad interesa. Esta es mi historia, y ‘’comienza’’ aquí.
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22 de septiembre de 2012
Son las 7:30 de la mañana, seguramente el Sol estará por salir o ya ha salido. Estaba cansada, muy cansada. Desde muy pequeña había tenido insomnio y dormía menos de 3 horas al día. Esa noche no había sido distinta. Me levanté de la dura cama sin ganas de hacer nada. Como cada día, los malditos enfermeros abrieron mi puerta para llévame al baño y hacer esas cosas que se suelen hacer por la mañana.
-Venga, ya es muy tarde. ¡ARRIBA!- Me cogió bruscamente del brazo y me sacó casi arrastras de mi inmunda habitación. Me llevó por el pasillo hasta el baño y me empujó hacia dentro.- No tardes, hay más pacientes como tú esperando.
Cerró la puerta dejando tras de sí un sonoro golpe. Me quedé allí de pie durante unos instantes pensando en el porqué de mí situación. No lo encontré. Me dirigí hacia el lavabo, abrí el grifo y me mojé un poco la cara. Me miré al espejo esperando encontrar una respuesta. ‘’Como si los espejos hablaran’’, pensé. El espejo estaba muy sucio, normal, nadie lo había limpiado nunca. Levanté un poco la viste y me aparté el pelo de la cara.
Ojeras bien marcadas, palidez extrema y pelo alborotado y sucio. Me desabroché la camisa, podía notar los huesos cada vez que tocaba mi cuerpo. La poca nutrición me había dejado horrible. Casi se podían ver los movimientos que hace el corazón al latir a través de la piel. Mi pelo negro cayó por mi cara, casi parecía estar acartonado por la poca higiene que le podía dar. Mis ojos estaban rojos, seguramente por el poco descanso que les daba. Pero yo no tenía la culpa, este sitio si que tenía parte de la culpa. Antes de entrar a este lugar, empecé a dormir unas dos horas más que de costumbre. Lo agradecía de veras, pero al entrar, adiós, volví a dormir poco.
-Venga, ya es hora de salir de aquí. Te volveré a llevar a tú habitación.- Salí del baño, no había mucho que ver en el manicomio. Las paredes tenían azulejos rotos y sucios, el suelo daba asco y había algún bicho suelto. Como digo, algo inhumano.  
Llegué a la habitación y el enfermero me empujó dentro como si nada. Al momento llegó otro que me entregó una camisa algo más limpia que la que llevaba. Era blanca, como son la mayoría de las cosas por aquí, y abotonada en el medio. También me dio mi ropa interior ‘’limpia’’ y unas medias negras. Yo era la única que vestía así, dentro de lo que cabe me dejaban vestirme así. Quizás mis padres habían pagado algo más de dinero para que no me vistieran como a los demás. Hasta en el manicomio me ahogaban con las apariencias. Pero en el fondo yo prefería vestir así, era más o menos como vestía en casa. En bragas y con camisas anchas.
Las 8:15 de la mañana y todo estaba muy tranquilo. Tan tranquilo que era algo raro, siempre se escapaba algún enfermo mental de su habitación y aporreaba la puerta. Hoy parecía que no. Abrieron mi puerta, el enfermero de antes estaba allí de nuevo.
-Levántate, hora de desayunar.- Me levanté con cuidado del suelo sin casi fuerzas para andar después. Estaba algo mareada y sólo quería tumbarme en la cama y morir. Una vez más, vuelta al pasillo asqueroso. Esta vez andamos algo más. Llegamos al comedor donde estaban reunidos algunos de los pacientes leves. Me senté donde siempre y esperé hasta que me trajeran el desayuno. Una mini galleta y medio vaso de leche en lo que yo desayunaba todos los días. A veces me quitaban la galleta si les daba el ramalazo. Nadie hablaba con nadie, sólo el sonido de los fluorescentes encendiéndose y apagándose cada cinco minutos.
Desayuno terminado, mi estómago no se había saciado del todo. Nunca se saciaba con lo poco que me daban. Recogieron el vaso de mi desayuno, me levanté y volví yo solita a mi habitación. No tenía por qué volver a ella, después del desayuno podíamos hacer lo que quisiéramos, pero yo prefería estar encerrada que ahí fuera. ¿Para qué salir a un patio sin hierba a penas si puedo encerrarme en una mugrienta habitación?
Estaba llegando a mí habitación cuando algo me detuvo, había una muñeca de trapo en el suelo. La cogí y escuché un pequeño ruidito. El ruido venía de una niña pequeña que se escondía tras la puerta de la que sería ser su habitación. Se la llevé amablemente con una sonrisa y se la ofrecí con cuidado. Extendí mi mano poco a poco y ella se separó de la puerta. Me puse de rodillas para que la pudiera coger mejor, la pequeña alcanzó mi mano y aferró fuertemente a la muñeca.
-Gr… gracias.- Me dio un pequeño abrazo y se fue de nuevo a su habitación. Me sirvió para comprender que no todo es oscuro en una cueva, que siempre queda algo de luz al final del túnel.
Cerré la puerta al entrar a mi habitación. De todas las que había en aquel lugar, era la más limpia de todas. Yo misma me encargaba de eso todas las semanas. Me rompía un trozo de camisa y cuando iba al baño por las mañanas lo mojaba. Cuando llegaba a la habitación, limpiaba un poco el suelo y los azulejos de la pared. De ahí que me tuvieran que dar una camisa nueva todas las semanas. ¿Las sabanas y la colcha? Creo que lo cambiaban cada tres o cuatro meses, dependiendo del estado de humor de los enfermeros.
Llevaba aquí desde hacía cuatro años, ahora tengo 18 años y aquí sigo, sin ninguna posibilidad remota en salir de aquí. Sí, llevar aquí desde los 14 años es un gran palo pero peor aún es que el día en el que entré todavía tenía 13. Al día siguiente de empezar mi reclusión, cumplí mis 14. Así que, si estáis pensando en decirme que vuestra vida es una mierda, pensad en todo lo que he pasado yo en esta cárcel. Desde ese momento he deseado que todo esto acabara de una maldita vez, pero parece que el maldito día se resiste en llegar. Mientras tanto, cuento los días.
Me quedé en una de las esquinas de la habitación, sentada y pensando en mis cosas. Entre tanto, eran las 14.30, la hora de comer en este asqueroso lugar. A la hora de la comida no iban a buscarte. Si no ibas a comer, mejor para ellos, así no tenían que hacer comida para la cena. Me levanté del rincón y me fui hacia el comedor. Me volví a sentar en sitio y esperé hasta que me trajeron la comida. Menuda rutina, todos los santos días en este inmundo lugar eran así.
-¡NO! Dejadme en paz, dejadme en paz.- Uno de los pacientes que estaban peor entró en la sala.- ¡QUIERO IRME DE AQUÍ, QUIERO IRME DE AQUÍ! Ni se os ocurra tocarme.
-¡Cállese ya Sr. Helyer!- El enfermero le arreó un bofetón dejando casi en el suelo al pobre enfermo. El Sr. Helyer casi nunca daba guerra, sólo si le daba un brote psicológico.
-Dejadme, dejadme.
-Será mejor que le llevemos a la sala 22B.- Un segundo enfermero ayudó a llevarlo. Cuando lo sacaron de allí, se hizo un gran silencio. Sólo había dos opciones: volver o quedarte allí y no volver. Eran solo teorías que pululaban por el manicomio. Teorías que cada vez parecían más verosímiles. Todos sabíamos lo que era la sala 22B, todos sabíamos que había allí. Todos al llegar a este psiquiátrico pasamos por allí primero.
La sala 22B era la sala de los electroshocks, o eso era al menos lo que nos hacían creer. Cuando yo entré allí, fue lo primero que vi. Una gran máquina rodeada de cables, una silla y un medicucho de tres al cuarto. Me senté en la silla y note que tenía sangre reseca. Hasta el momento, nadie del manicomio que ha vuelto de la sala ha sangrado cuando se le aplicaban los electroshocks. Aparte de la sangre en la silla, los instrumentos también tenían sangre. Lo que decía, dos opciones: o vas allí para morir o vas allí para que te apliquen electroshocks. Y por la pinta y la cara de los enfermeros, el Sr. Helyer había ido para morir y no volver. Uno menos en este inmundo lugar.
30 de septiembre de 2012
Pasaron los días y en efecto, el Sr. Helyer no volvió a aparecer por allí. Nadie quiso explicaciones y nadie las iba a dar.

jueves, 14 de junio de 2012

4


‘’-Vete, no me hagas nada por favor.- Dijo la pequeña con un tono asustado.
‘’-No te voy a hacer nada, no te preocupes.
‘’-Vete, eres la imagen del demonio.- Intenté acercarme a ella pero se me escapó. Salió corriendo por la puerta y la perseguí. Recorrimos toda la pequeña villa hasta llegar a la casa más grande que había. La niña entró en ella y yo me quedé en la puerta. Escuché sus sollozos desde fuera, como si la pequeña estuviera respirando su último aire. Entré y me la encontré tirada en el suelo. Estaba agarrándose el pelo, era como si le fuera a explotar. Comenzó a gritar y a gritar cada vez más. Yo no podía soportarlo, no aguantaría mucho más allí dentro. De repente, los gritos cesaron. La cabeza de la niña cayó sobre el suelo con un sonido sordo, muerta y pálida. Al igual que su cabeza yo también me caí al suelo, temblando y quizás con algo de miedo.
‘’Salí de allí lo más rápido que pude, no quería saber nada más de esa niña ni de ese lugar. Me recorrí la villa entera buscando un caballo para transportarme. Encontré uno en los establos del sur. Era un buen caballo, de los mejores que había visto. Imponente y casi del todo oscuro  si no hubiera sido por el color cobrizo de las patas. Parecía el color de la sangre, algo curioso en un caballo. Fui hacia él, ni siquiera me molesté en ponerle una silla. Le miré a los ojos, de color azul oscuro casi negro. Un escalofrío me recorrió la espalda, había algo extraño en ese caballo. Me monté en él y emprendí mi viaje.
-¿Llegaste muy lejos desde ahí?- Will hizo esta pregunta algo dudoso.
-Claro que llegué lejos, ¿piensas que si no lo hubiera hecho estaría ahora aquí contigo?
-No, claro que no. Pero, ¿dejaste a la niña muerta sin hacer nada? Digo, ¿no la enterraste y la veneraste?
-No creo en esas cosas. No creo que a mí nadie me llegue a venerar jamás si algún día muero. Por ello, nunca venero a nadie a no ser que me importe de verdad y que yo a esa persona le importe mucho más que su vida. Y eso Will, sólo me pasó una vez.- Al muchacho esto último le pareció un tanto extraño. ¿Ella, preocupándose por alguien? Llevaba poco tiempo con ella, pero no parecía la mujer con la que alguien estuviera. Fría y sin sentimientos, ¿quién iba a querer algo así?
-Sólo me parece algo extraño y más en aquella época…- Ella le echó una mirada furtiva como si hubiera tocado algo tabú.-
-Volvamos a donde estábamos. Salí de aquel inhóspito lugar al mediodía. Mi acompañante era lo mejor que me podía haber encontrado, al menos no estaba sola en ningún momento. No avancé mucho desde mi anterior posición, tal vez treinta kilómetros o algo más, no lo recuerdo con mucha claridad. Llegué a un valle cubierto de niebla, no podía ver casi nada. Había altos árboles viejos, verdes y llenos de vida. El suelo estaba mojado debido a las lluvias, formaba pequeños charcos de barro.
‘’Me bajé del caballo e inspeccioné algo la zona. Habíamos salido del bosque por lo que yo casi no conocía nada de fuera. Extraña sensación el no conocer el suelo que pisas. Lleno de peligros que no conoces, no peores de los que te puedes encontrar ahora. La niebla era muy espesa pero de un momento a otro se iba a empezar a despejar. Pasados unos minutos pude ver cómo iba desapareciendo poco a poco. Pude ver con más claridad el lugar en el que me encontraba. Era una especie de camino entre montañas que se alejaba hacia el norte. No tenía ni idea de adonde me iba a dirigir ahora, pero estaba segura de que iba a ser muy difícil.
‘’-Parece que no hay nada.- Acaricié la cabeza del caballo.- Ni si quiera hay nada para beber o comer por ahora.
‘’El caballo me miró algo triste. Se le notaba el cansancio y no creía que pudiera andar mucho más. Íbamos a necesitar descansar de un momento a otro, pero ese no era el lugar que necesitaban.
‘’-Será mejor que sigamos, es mejor que encontremos algo antes de que anochezca.
‘’Volví a subirme al caballo y seguí adelante. Cogí el camino del norte sin saber a dónde me llevaría. La noche iba a caer de un momento a otro y necesitábamos un lugar para pasar la noche y lo necesitábamos rápidamente. Fui al galope unos kilómetros, arriesgándome a que mi caballo cayera del cansancio. Entró la noche y no encontré nada, siguieron pasando las horas y nada. Mi caballo no iba a poder seguir así de no encontrar algo. Bien entrada la noche divisé una cueva bastante ancha en la que podíamos quedarnos. Llevé al caballo hacia allí, después busqué algo de comida. No me resultó muy difícil, no encontré mucho pero era suficiente. Hacía frío pero se podía aguantar. Apoyé la cabeza sobre el lomo del cuadrúpedo y me quedé dormida casi al instante.
‘’A la mañana siguiente, me levanté con el alba. Dejé durmiendo al caballo un rato más, no quería que descansara poco. Bastante había trabajado el día anterior, se merecía aquel pequeño descanso. Salí de la cueva a buscar un arroyuelo para lavarme. Lo encontré no muy lejos de la cueva. Me arrodillé frente al arroyo y me vi reflejada. Fue una sensación mucho peor que la última vez que me había visto. La demacración había seguido, casi no conseguía reconocerme en aquel reflejo. Era como si los años hubieran pasado muy rápido en unos pocos días.
-Déjame decirte una cosa Will, el tiempo puede cambiar. Puedes creer que han pasado días, pero en realidad puede que sólo hayan pasado minutos. Te la puede jugar, puedes perder su noción y perderte en el espacio. Quedarte sin tiempo para nada y descuidar todo. Eso es lo que me pasó esa vez. Sólo habían pasado unos días desde que salí del bosque, pero por mí parecían haber pasado tantos años como vida tiene la Tierra. Descuidé mis necesidades demasiado y me jugó una mala pasada.
‘’Legué a la cueva donde había pasado la noche y vi que el caballo ya se había despertado.
-¿Cómo llamaste al caballo?- Preguntó Will.
-Mortem.- Dijo ella sin ni siquiera mirarlo.
-¿Y se puede saber qué significa?
-Del latín, muerte.- Ahora sí que lo miró, impasible pero con dolor. Es sus ojos se reflejaba la ira y la desdicha.
-¿Por qué narices le ibas a poner de nombre ‘muerte’ a un caballo?
-Porque fue lo que sentí al verlo.

miércoles, 13 de junio de 2012

3


Las luces del amanecer empezaron a golpear la ventana hacia las 6 de la mañana. El panorama se presentaba igual que el anterior, húmedo y frío. Se avecinaba tormenta en el horizonte, nubes negras se iban agazapando contra el nuevo Sol.
Will se despertó cansado, se sentía como si no hubiera dormido en años. No tenía fuerzas ni para abrir los ojos, sus miembros ni siquiera querían moverse. La vaguería comenzaba a inundarle a cada minuto que pasaba. La luz tenue que venía de las ventanas empezaba a apagarse por culpa de las nubes del cielo. Eran las ocho y media cuando por fin decidió levantarse de la cama, seguía extrañamente agotado. Se dirigió al pequeño baño que se encontraba en la habitación. Se lavó la cara y consiguió despejarse algo más. Salió del baño y se tropezó contra un objeto tapado con una sábana blanca en un rincón de la sala. Era un objeto alto, quitó la sábana y pudo descubrir que era un gran espejo.
Pudo ver su figura después de dos días en aquel castillo. Se veía su melena rubia sin peinar demasiado. Unos ojos azules que presentaban signos de no dormir bien, así como unas acentuadas ojeras que no pintaban muy bien. Estaba totalmente demacrado, la tez de su piel era extremamente pálida. Parecía que su cuerpo había empezado a consumirse poco a poco sin ninguna razón aparente. Se agazapó en la pared casi sin poder respirar de la angustia que le había empezado a recorrer el cuerpo. ¿Cuánto tiempo había estado en aquel castillo de verdad? Se levantó como pudo y se dirigió a salir por la puerta cuando ella entraba. A Will le flaquearon las fuerzas y fue a parar al suelo, inconsciente.
Se despertó a la media hora con un dolor martilleante de cabeza. Ahora sí que no iba a poder levantarse de la cama.
-Shh, estás demasiado débil como para levantarte. Tranquilo, te recuperarás. Solo necesitas descansar un poco más, el dolor pasará y no deberás temer más a la oscuridad.-La voz de Kristalina le resonó en la cabeza como el eco en un valle. ¿Temer a la oscuridad? Jamás había temido a la oscuridad, nunca se había preocupado de ello.-Todo irá bien, no debes hacer más esfuerzos.
Ella se encontraba a su lado, lo tenía recostado sobre su hombro. Resultaba bastante reconfortante después de haber caído al suelo. Se la veía fría como siempre, sin ningún atisbe de preocupación por él o algo por el estilo. Le acariciaba el pelo con un sumo cuidado, parecía que le daba miedo tocarle y hacerle daño. Le estaba cuidando como si de su madre se tratara.
-Creo que necesito comer algo o beber algo, lo que sea para encontrarme mejor.- Masculló Will entre dientes.
-Espera un momento entonces, iré a por algo de agua.-Se dirigió hacia al baño y salió al poco con un vaso de agua. Limpia y clara, tal vez fría.- Aquí tienes.
Este la cogió y la bebió sin dudarlo, rápidamente como si necesitara saciar la sed de toda una vida. Dejó el vaso con cuidado en la mesilla de su lado y se volvió hacia la muchacha.
-Me encuentro mucho mejor, gracias. Si quieres puedes seguir continuando con la historia, te seguiré escuchando.
-¿Seguro que estás bien?
-Sí, tranquila, no te preocupes.- Él sabía perfectamente que no se iba a preocupar de todas maneras.
-Como te iba diciendo anoche, desde pequeña me conocía aquellos bosques y no me supuso un gran problema llegar al borde. Después de salir del bosque, el primer poblado más cercano estaba a media hora de camino. Por lo que me puse una túnica, me coloqué el gorro y comencé a andar. La media hora pasó rápida, quizás demasiado. También algo tranquila y sin incidentes. Llegué al poblado y vi que no se encontraba nadie en ese momento en aquel sitio. Se veía inhóspito y sin vida, como si nadie se hubiera acercado en meses.
‘’Todo estaba  medio roto y se veían algunas chozas calcinadas al fondo. Seguí andando por los caminos de aquella villa. El viento azotaba las ventanas que se encontraban más próximas. Tras cinco minutos inspeccionando aquel terreno escuché un ruido. Venía de una de las casitas de la derecha. Entré y me encontré con una niña pequeña, lloraba demasiado y chillaba. Era muy molesto, yo quería hacerla callar como fuera pero algo me decía que no la tocara, que la dejara en paz y que me fuera. La niña al percatarse de mi intrusión, dio un respingo. Levantó su cabeza y me miró a los ojos. Se quedó totalmente helada, como si hubiera visto a la muerte misma reclamando su alma.

jueves, 31 de mayo de 2012

2

-Y tú… Digo usted no debería de llamarme ‘’William’’, Will sin más está mucho mejor. Es más, si me llama por la manera completa me recordará a mi difunto abuelo. Me llamaba así siempre y él nunca me ha gustado.
-Está bien, dejaré de llamarte por tú nombre completo, pero solo con una condición,- él la miró, entornando los ojos- si dejas de tratarme de usted. Al igual que a ti, nunca me ha gustado que me traten así. Es demasiado formal, aunque a veces necesario.
La luz de los candiles empezó a apagarse debido a una pequeña ráfaga de viento que acababa de entrar por una de las ventanas de la habitación. Toda esta situación era algo indescriptible, tan extraña y tan fantasiosa.
Will miró a la muchacha que estaba sentada delante suyo en ese gran diván. No tenía casi expresión, y se mostraba como si no hubiera sonreído en años. No era muy pálida pero daban escalofríos cada vez que le miraba a los ojos del color de los témpanos de hielo. Se sentía como si cada vez que te miraba, penetraba en tú alma. Sus labios, pequeños pero colorados por el frío le daban un contraste extraño a todo el conjunto de la cara. Era difícil adivinar lo que podía estar pensando en cada momento. Su pelo escarlata caía sobre su vestido de época, tan arrugado que parecía que no se lo había quitado en un largo tiempo. Negro con ribetes del color de la plata. Debía de ser de mediana estatura por lo que Will podía divisar.
-Bueno, entonces si quieres saber la historia tendré que empezar desde el principio.- Se acomodó sobre el sillón y prosiguió.- A no ser, que hayas cambiado de idea.
-No, puedes empezar por cuando quieras, no pasa nada.
-Está bien, haré algo de memoria para intentar que no se me escape ningún detalle. Han pasado demasiados años desde que todo comenzó a cambiar. Recuerdo que estaba caminando por uno de los bosques de mi España natal. Era el bosque más profundo y frondoso que pudieras imaginar. Los árboles ocupaban vastas extensiones de Este a Oeste y de Norte a Sur. Ocupaba una extensa parte del Norte de Extremadura. No hubieras podido ver bosque tan hermoso pero a la vez tan peligroso. Árboles tan altos como los grandes rascacielos ahora construidos. Era tan neblinoso, que ni siquiera podías ver por donde ibas. Recuerdo que debías aprenderte palmo a palmo cada hoja y cada pequeña brizna de hierba que te encontraras para poder sobrevivir.- Will se extrañó un poco al escuchar la palabra ‘’sobrevivir’’. No entendía que tipo de gran peligrosidad podía contener un bosque normal.
-Pero, que yo recuerde ese bosque no existe… Digo, que yo sepa jamás ha existido.
-Eso es lo que la gente ha ido creyendo a lo largo de los años por el temor que le tenían. Tan misterioso y a la vez tan mágico. Tantos hombres se adentraron entre sus troncos y jamás volvieron, tanta sangre derramada sin deberlo. No sabes cuantos sollozos y gritos llegué a escuchar cuando me encontraba allí. Era horrible, gente muriendo constantemente. Lloraba y escondía mi cabeza entre mis piernas cada vez que pasaba. Un sentimiento horrible que aumentaba cuando veías los ríos bañados en la sangre de los caídos. He visto morir a muchas personas inocentes, pero nunca las vi morir de una forma tan horrorosa como en aquel lugar.- Hizo una pequeña pausa y siguió.- Las cosas empezaron a cambiar.
‘’Los hombres llegaban a miles a talar el bosque, a matar a todo el que se cruzaba por su camino. Sin remordimientos, sin sentimientos. Tan fríos como el hielo sin ni siquiera escuchar a lo que tenían que decir. Entonces tras días de tranquilidad, los gritos y los ríos de sangre volvieron a formarse. Tanto de una parte como de otra.
-¿Cómo conseguiste escapar tú? Si estabas allí, hubieras sido otra de las víctimas de la matanza.- Preguntó el joven muchacho algo dudoso. Al momento de realizarla supo que no debía de haberlo hecho. Los ojos de la muchacha se bajaron y mostraron algo de tristeza.-Perdona, no quería que…
-No importa, he dicho que te lo contaría todo y te lo voy a contar. Antes de que empezaran a atacar yo vivía en el centro del bosque, en una pequeña cabaña hecha de madera. Vivía con mi madre y mi padre, nunca pensé que fueran malos y a veces sigo sin creérmelo. No eran el tipo de personas que mataran a nadie y todo eso, al menos es lo que yo conseguí hacerme creer durante toda mi vida. Salían cada noche que yo recuerde, siempre a la misma hora, siempre al mismo lugar. Nuca les pregunté nada, simplemente creía que cuando creciera me lo contarían todo, pero me equivoqué.
‘’Como te iba diciendo cuando comencé esta historia, iba por el bosque una noche de Agosto. Era raro que yo saliera de la cabaña, pero me gustaba el vapor que se formaba debido al calor abrasante. No me estaba permitido ir al borde del bosque, pero lo hice aquella noche sin una razón aparente para hacerlo. Llegué y vi a todos esos hombres a punto de entrar con el batallón de guerra apunto. Pude ver el dolor de sus ojos, el dolor de tantos seres queridos perdidos. También pude divisar algo más, un hálito de esperanza entre toda esa desgracia. Estaban confiados y tenían mucha seguridad en sí mismos. Es lo peor que puede encontrarse en un hombre, es lo que les hace fuertes. Les escuché decir algo sobre que la victoria estaba con ellos, pero me escondí detrás de unos árboles para que no me pudieran ver. Cuando entraron de lleno, me escapé corriendo como si en ello me diera la vida. Talaron árboles, los quemaron, no querían nada de esa pequeña maldición cerca de ellos.- Se acomodó algo más en el sofá, tragó saliva y continuó.- Lo único que se me ocurrió fue ir a avisar a mis padres de inmediato. Por la hora que era, debían de haber llegado ya a casa. Así que corrí todo lo que mis piernas me permitían. Pero algo me hizo caer al suelo de repente. Miré mis manos y vi que estaban manchadas de sangre. Oí chillos, sabía de dónde venían, de mis padres. Los encontré lavando la ropa de los cuerpos mutilados en el río. Me quedé perpleja, no sabía lo que pensar. Tenían los ojos tan hinchados y rojos de llorar…
La tensión de la sala iba aumentando cada vez más y más. Se notaba la tristeza y el dolor entre los dos muchachos. Will se quedó mirándola perplejo, esperando a que ella siguiera deleitándolo con la historia. Era algo sórdido pero difícil de explicar, pero a él empezaba a interesarle la historia.
-¿Y bien?-Pregunto ella.
-Qué, ¿ya está? ¿Ya me has contado todo?
-Por dios, que va. Sólo es el pequeño principio. Sólo te pregunto qué crees que hice.
-Si yo hubiera estado en tu pellejo, si descubriera a mis padres con una pila de muertos a su alrededor. No estaría muy seguro de lo que hacer, pero sentiría una ira incontrolada. No pudiera volver a mirarlos a la cara jamás. Me darían asco.
-No parece que pensemos igual. Ni siquiera sentí nada por mis padres, no me daban asco, no sentía nada. Simplemente iba a comenzar chillar y a llorar, los ojos se me hincharon de igual manera que los de mis padres. Vi la sangre que manchaba mi vestido, no podía parar todas las emociones que me venían. Pero las paré, simplemente no quise que nadie me escuchara. Ni mis padres ni los demás. Así que me fui por donde había venido. Fui con cuidado de que no me vieran hasta mi cabaña. Una vez allí me quité la ropa manchada y me la cambié por una de una mujer que había encontrado muerta. Con algo así nadie me reconocería y no me matarían. Entré en mi cuarto saqué una bolsa y saqué todo lo necesario para mí huida. Lo empaqueté todo y lo guardé debajo de mí cama. Me metí en la cama justo cuando mis padres entraran por la puerta.
``-¿Estás bien cariño? Todo ha ido mal, seguro que has escuchado los gritos. Ellos nos han encontrado y los han mandado a matarnos con armas mortíferas.- Me dijo mi madre.
-Sí mamá, me encuentro perfectamente. Está bien.
``-Tú estabas fuera cuando esto debió de empezar, ¿seguro que estás bien?-Insistió mi padre.
``-Sí, tranquilos, ahora descansad. Ha sido una larga noche.
-¿No se te pasó por la cabeza decirles que les habías visto en el bosque?-Preguntó Will.
-Oh, ¿qué ideas son esas? ¡Claro que no!, ni por un momento lo pensé. Pero déjame seguir. A la mañana siguiente me desperté con un acentuado dolor de cabeza. Lo pasé por alto y salí de mi habitación. Vi que mis padres no se encontraban en casa así que salí fuera. Los gritos casi habían cesado, todavía se oían algunos gritos ahogados entre la espesura. El aire era fresco, pero llevaba consigo un olor a podredumbre. Entré de nuevo en la casa, cogí la bolsa y me largué. Sin decir nada a nadie, sin ni siquiera mirar atrás. No lo necesitaba, no quería saber nada de nadie en ese preciso momento. Como te he dicho, era un bosque bastante extenso y yo me lo conocía como la palma de mi mano.
‘’Decidí salir de allí por la zona norte. Anduve durante horas y horas sin ni siquiera sentir cansancio alguno. Yo solo caminaba y caminaba, no tenía sed, no tenía hambre, no quería descansar. Hubo momentos en los que pensé que desfallecería y me caería de bruces contra el suelo muerta, pero jamás llegó ese ansiado momento. Quería la muerte pero me parecía despreciable. Tenía todos mis sentidos puestos en el viaje, no pretendía llegar a un lugar concreto. Sólo seguir, seguir y seguir hasta llegar a un sitio cualquiera.
‘’Avancé durante varios días más. En los días en los que los gritos habían hecho un inciso y habían cesada para desgracia de todos. El último día durante el alto al fuego permanente, hice un alto en el camino. No sé ni por qué y todavía no lo he averiguado. Tal vez algo dentro me dijo que debía hacerlo. En esos minutos que pasé postrada frente a la espesura del bosque, vi moverse algo entre las ramas de los árboles más próximos. En un instante me encontré rodeada de una marabunta de hombres dispuestos a clavarme sus azadas en el corazón.
‘’-¡Cae, monstruo!-Dijo el que parecía el líder de todos los demás.
‘’Vino a atarme abiertamente sin ningún plan de ataque, sin miedo y lleno de ira. Clavé mis ojos sobre los suyos, se paró y tiró su arma al suelo. Se quedó totalmente quieto, rígido y casi sin expresión en sus ojos. No me atreví a acercarme a él, tenía miedo de haberle hecho daño. Tras su ataque, otro de los hombres trató de atacarme. No pasó lo mismo con él, simplemente cambió su expresión. Sentí un dolor que me recorrió todo el cuerpo. Vi su rostro, pálido y asustado. En aquel momento yo no sabía el aspecto que tenía, tantos días andando y sin descansar… Me debían de haber dejado sin fuerzas, debía de estar agotada de tanto dolor. El muchacho cayó al suelo, intentando apartar la mirada de mí sin resultados obvios. Después miré a todos los demás, quedaron helados al igual que el primero. Tras varios segundos sin reaccionar, uno de ellos se acercó a mí cauteloso. Sin miedo a morir, valiente.
‘’-Te prometo que no te haré daño, te lo juro. Sólo quiero que esto acabe, por favor ayúdanos.-Me dijo.-Sólo queremos la paz con todos vosotros.
‘’No le digas eso, es totalmente contrario a lo que hemos venido a buscar. Tenemos que terminar con esto, debemos matarlos a todos o ellos nos matarán como prometieron.-Protestó otro.-Dinos dónde os escondéis.
‘’-No tengo ninguna intención de ayudaros, pero sí os puedo decir el lugar exacto de alguien. Podéis ir allí y acabar con sus vidas, os quedarán dos menos si lo hacéis.
‘’-¿Y cómo sabemos que no nos estás mintiendo?-Saltó otro.-Puedes estar llevándonos a todos hacia una muerte segura si te hacemos caso.
‘’-¿Creéis que estaríais vivos si yo no os estuviera dejando vivir en este momento?- Se hizo un gran silencio sepulcral entorno a ellos.- ¿Y bien? ¿Aceptaréis mi oferta? Vosotros me dejáis escapar y vosotros vais al lugar en el que se encuentran.
‘’-Está bien, lo haremos. Dinos por donde tenemos que seguir a partir de aquí.
‘’-De aquí deberéis de ir hacia el sur. En medio de una explanada no muy extensa encontraréis una cabaña. Dentro, se encuentra lo que anheláis.
-Espera, espera un momento. ¿Les diste las indicaciones para llegar a tú casa? ¿Les mandaste a matar a tus padres?-Se precipitó Will.
-¿Qué querías que hiciera? Eran ellos o yo, no me quedaba otra alternativa. Yo quería sobrevivir por todos los medios y ellos me sirvieron para lograrlo.
-Pero eso es algo horrible. Dar la vida de tus padres, los que te criaron y te cuidaron desde siempre. Es algo rastrero que no debiste de hacer.
-El que, ¿mandar a todos esos hombres para que los mataran? Querido te diré algo, recuerda cuántas vidas se habían llevado ellos la noche de la primera revuelta. Recuerda los ríos de sangre provocados, los gritos y el dolor. La venganza es un plato que se sirve frío y esa noche, aquellos hombres recibieron su venganza.
-Aun así, me parece despreciable lo que hiciste y totalmente fuera de lugar.
-Admiro tú valentía al decírmelo. Eso es bueno, que no te cayes las cosas. Si estás en contra de algo más en mi historia sólo tienes que decírmelo, lo escucharé e intentaré respetarlo. Pero sigamos. Después de mandarlos hacia el sur, yo pude seguir mi camino mucho más segura de lo que estaba haciendo. Iba perdiendo el miedo a encontrarme con algún hombre más.
‘’Las horas fueron pasando más pesadamente y percibía que el cansancio me recorría cada hueco de mi cuerpo. No había ningún lugar donde dormir resguardado en kilómetros y kilómetros a la redonda. Seguí caminando hasta que encontré una de las cuevas del norte, fría y húmeda. Era lo único que llegaría a encontrar antes de la caída del Sol. Entré y me tumbé en el fondo. Me quedé allí, sin saber qué hacer. Después de unos minutos me quedé dormida.
‘’A la mañana siguiente me desperté con un acentuado dolor de cuello. Me levanté y salí de la angosta cueva. Me fui a lavar al pequeño río que pasaba cerca. Me acerqué a él y me vi reflejada. Una figura totalmente pálida, podía ver mis venas marcadas en mi rostro. Unos labios morados que acentuaban la muerte. Aparté la mirada de aquel ser en el que me estaba convirtiendo. No sabía nada de mí, ni de nada en concreto. Mi cuerpo estaba cambiando y yo no sabía que consecuencias llevaría. El borde del bosque estaba próximo, abrí la bolsa con mis cosas y saqué de allí algo que mi madre había tejido para mí hacía unos meses. Vestido largo, sencillo y fácil de llevar. Era un vestido típico entre nuestras familias, algo que me podía poner para salir al mundo fuera del bosque.
-Llegué al borde después de andar una hora. No había salido nunca de su espesura, era una nueva aventura. Como las que tenía cuando era pequeña recorriendo el bosque.- Respiró profundamente, soltando el aire en un largo y acentuado suspiro. La nostalgia invadió la habitación. Will pudo ver como sus ojos se mostraban tristes.
-¿Te puedo hacer una pregunta?
-Claro, lo que necesites.
-Es que, todavía no me has contado cómo te llamas.-Este se ruborizó un poco al decirlo. La muchacha lo notó.
-No tienes por qué avergonzarte de preguntarlo. Es justo, yo sé tú nombre.
-¿Y bien?-Insistió este.
-Ah sí, mi nombre es Kristalina.
-Raro nombre, jamás lo había escuchado. ¿Es común entre los tuyos?
-No, ni siquiera sé quiénes son los míos. Si te parece podemos hacer una pausa, pronto se hará de noche y no quiero que te quedes dormido mientras te cuento la historia.
-Es verdad, siento que debamos seguir mañana.
-Tranquilo, no te preocupes por ello.- Diciendo esto se levantó del sillón y se dirigió hacia la puerta con una gran delicadeza.- Si necesitas algo estaré en la habitación de enfrente. También debo decirte que no salgas por la noche a deambular por los pasillos del castillo. Son peligrosos, no te los aseguro si no quieres una muerte entre terribles sufrimientos.
Dicho esto salió de la habitación con un ligero portazo, dejando a Will exhausto y sin saber en qué pensar. Se levantó del suelo y se dirigió hacia la cama, ajeno a lo que pudiera estar pasando en la habitación de enfrente. Se tumbó en la cama mirando al techo. Pensando en cómo sería dormir con ella. ¿Sentía algo? Después de lo que le había contado era algo difícil poder sentir algo. Dio media vuelta y se durmió.